Fotos reales
para gente real

Estudié publicidad y relaciones públicas. En realidad, yo querría haber cursado bellas artes, pero pensé que lo podría hacer más adelante, que publicidad sonaba a ganarme mejor la vida. Todos mis apuntes tenían dibujos en los márgenes.

Cuando acabé publicidad busqué otra universidad y estudié diseño gráfico. Las dos carreras me fueron muy bien, buenas notas, ofertas de trabajo al finalizar…


Me atreví a abrir un pequeño estudio de diseño gráfico y pasaron unos cuantos años… Llegué a compaginar docencia en la universidad con horas como diseñadora.

Entonces fuí madre por primera vez. Y digo por primera vez porque, al final, fueron tres… La vez de Martí, la de Laia y la de Aina. Y las tres veces fui muy feliz.

Mi carrera profesional, sin darme cuenta, siempre fue en paralelo a mi vida familiar. Cuando cerré el estudio para tener más tiempo para criar mis hijos, me puse a trabajar en casa.

En mi último embarazo descubrí la fotografía.

Ya sabía hacer fotos. Y encuadraba muy bien. Y mis amigos, conocidos, familiares… todos me pedían a mí que les hiciera fotos. Pero técnicamente no tenía ni idea. Y necesité saber. Y necesité aprender. Con mi última hija nació también mi gran pasión: el retrato.

Con la niña en la barriga, después en el pañuelo, después en la mochila… también con la mantita en el suelo mientras practicaba con las luces y hasta en mis primeras sesiones remuneradas… La niña siempre estuvo conmigo. Aún me acuerdo cuando empezó a gatear entre los trípodes del estudio. Buscaba tiempo entre las piedras, pero me pudieron las ganas de aprender.

Un día, de camino a la escuela de mis dos mayores, vi un cartel en un local. Se vendía. Y se vendió. Lo compré yo. Lo reformé. Lo decoré. Lo preparé con toda la ilusión de alguien que empieza pero sabe perfectamente lo que quiere.

Y hasta hoy. Aquí sigo, haciendo miles de clics para parar el tiempo.